En pleno siglo XXI ella parecía sacada de una película de los 70.
Llevaba los labios con carmín amarronado y en la cabeza una gorra naranja de pana.
En las piernas pantalones campana y en las orejas dos aros dorados. Con el corazón siempre a la intemperie, tarareaba ritmos que evocaban vidas pasadas.
Las pecas caprichosamente dispuestas en la mandibula, el rimmel en las pestañas, los auriculares en las orejas. Los ojos brillantes, las uñas cortas y los tacones ruidosos.
Dios mío, si la hubieseis visto.
Mirad, si la hubieseis visto sabríais por qué me aguanto el aliento cuando veo un pintalabios marrón, y por qué siento vértigo al escuchar unos pasos rapidos y firmes de tacón.
Joder, ella era una improvisación de jazz en directo en plena tormenta de Nueva Orleans.
Me gusta como describes, me gusto mucho tu blog, un saludo
ResponderEliminarTiene ritmo, pero le pondria un poco más de profundidad
ResponderEliminarMe imgino los club de Jazz
ResponderEliminarEl vertigo algunas veces es sinonimo de vida
ResponderEliminar