Carmín oscuro por todas tus mejillas. Cuellos enrojecidos. Pupilas dilatadas sin necesidad de ninguna droga. Gargantas afónicas. Constelaciones reflejadas en tus ojos. Bocas sedientas. Rocío resbalando por tu espalda.
Seamos eso.
Seamos ganas de gritar en un acantilado.
Seamos ganas de reír en frente de una nevera vacía, sin nada en los bolsillos.
Ganas de llorar bajo las sábanas y de matarse en el primer puente que veamos.
Éxtasis en un viernes entre almohadas.
Seamos ganas de vivir, de gastar el tiempo que nos queda, de derrochar la vida si hace falta. Sin importar nada, anclados en ese momento en el que se termina un beso y el tiempo se congela.
Y es que nos veo tirados en un banco medio dormidos a las seis de la mañana tras una noche eterna, y recuerdo que siempre he dicho que yo podía dormir en cualquier lado como en casa.
Porque yo llamo hogar al lugar donde tu te encuentres.
Y si es en un banco a las seis de la mañana, cierro los ojos, y estoy en casa.
Se suele decir que hogar es aquel sitio donde nuestro corazon está. No nos hace falta que sea perfecto, lo que nos hace falta es que sea real, y nos extasie de una forma que, sin aliento nos haga ser capaces de ser solo el momento.
ResponderEliminarUn beso♥
Simplemente perfecto.
ResponderEliminarMe encantó el texto, el amor hace que esa persona se convierta en nuestro hogar.
ResponderEliminarEl final es genial, un besazo :)
Vivir la vida con tanta energía que la muerte tiemble al recibirnos.
ResponderEliminarBesos