miércoles

Seguid luchando, que no os pueda el llanto.

Cuánto han cambiado las cosas desde aquel día en el que me senté aquí a llorarle a los obstáculos. Sigo llorando a veces, pero no tanto. Se encargaron de decirme que nada se consigue con lágrimas, y de que una sonrisa es capaz de destruir rocas. He cambiado mucho, o eso me dicen, por lo menos dejé de entretenerme contando las espinas de las rosas. Hoy estoy sentada en la parada del tren, sin nada más que hacer que mirar a mi alrededor. Aunque parezca absurdo, la mayoría de veces no tenemos tiempo de mirar aquello que nos rodea, somos personas ocupadas al parecer. La cosa es, cuando te tomas un poco de tiempo para simplemente pararte, te das cuenta de las cosas. De que todo puede cambiar en cuestión de un segundo, de que muchas veces eres tú el que se ha vuelto más cabrón con los años, no la vida, de que la velocidad del tiempo la tienes tú, y solo tú decides cuándo pararlo o ponerlo en marcha. Veréis, el señor mayor que tengo al lado tiene la cara repleta de cicatrices, seguramente a causa de la guerra, y el chico de mi izquierda, demasiado joven para llevar un bebé en sus brazos luce un uniforme de trabajo con el que podrá mantener a su criatura. ¿Y yo? Yo ya no lloro. No, porque si el anciano de mi derecha o el adolescente de mi izquierda se hubiesen quedado llorando en vez de haber luchado, ¿dónde estarían esos héroes no reconocidos?. Así que aquí estoy, sentada esperando el tren, con ganas de lucir la sonrisa que ya no finjo, y demostrar que tengo más fuerza en mi interior de la que he mostrado últimamente. Todos tenemos luchas en nuestra vida, yo voy a pelear la mía. Espero que peleéis la vuestra. 
Suerte.

1 comentario:

  1. Hola,me encanta tú blog:3 ya soy seguidora ,me ha gustado mucho la entrada ,hace reflexionar mucho y es muy motivadora ,bueno si quieres puedes pasarte por mi blog: mundoprotegidos.blogspot.com.es ,espero que si te pasas te guste,un beso(L)

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