domingo

Chillidos que esconden más bien una petición de ayuda que una protesta.

Golpes en la pared y gritos estampados contra el techo. Lágrimas que empapan la almohada y sueños recompuestos con pegamento que vuelven a romperse. No me conocéis, no tenéis ni idea de mi vida, os conformáis con la chica sonriente que os muestro día a día, no os paráis a fijaros en que es el sufrimiento el que me hace correr para huir de sus zancadillas y que fueron las pesadillas convertidas en realidad las que me royeron las zapatillas. No intentéis aparentar que me entendéis, ni si quiera lo finjáis. Si ninguna persona conoce este otro lado mío es porque sé que no lo entenderían, y ni mucho menos escucharían mi historia sin juzgar. 

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