domingo

El brillo de tu mirada me recuerda al rocío.


-Margarita. -Dijo el chico con una sonrisa pícara.
-¿Cómo?     
-Me preguntaste una vez cuál creía que era tu flor favorita. Margarita.
-¿Por qué las margaritas?. -Pregunté a mi compañero, que había dado en el clavo.
-Porque son iguales que tú. -Arrancó una del césped. -La gente se detiene a mirar otras flores que parecen más espectaculares, sin darse cuenta de que el verdadero espectáculo es el que han obviado. Parece sencilla a simple vista, pero en realidad es una flor muy complicada.... Y es preciosa.
Me quedé callada sin saber bien qué decir. No le quería, pero me gustaba mucho...de vez en cuando.
-Pues tú eres el rocío.
-¿El rocío? ¿Eso no es muy...maricón? -Dijo no muy convencido a la vez que le propiné un pequeño empujón.
-No, no lo es. -Y aunque normalmente mi voz se resistía a hacer su función en este tipo de situaciones, esta vez pude hablar de un tirón. -Es algo cotidiano de cada día y aun así todo el mundo lo admira. Refleja la luz, por lo que le quita protagonismo a la oscuridad. Y cualquier flor, como por ejemplo, una margarita, depende de él para vivir.
Sonrió.
Sonreí.
Y nos besamos. Y le quise, en ese momento le quise muchísimo, y el también me quiso, me quiso muchísimo.



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